Muchos hombres aún no comprenden algo simple pero poderoso:
una mujer ama con el alma, pero ama en respuesta.
Da porque siente, porque vibra con lo que recibe.
La energía que le entregas, la transforma.
Tus gestos, tus silencios, tus acciones y hasta tus intenciones...
Ella los siente, los guarda, los interpreta.
Y luego, devuelve.
A veces con ternura infinita, con hogar, con calma.
Otras veces con distancia, con silencio, con un adiós que ya no tiene vuelta atrás.
No porque sea cruel.
No porque no haya amado.
Sino porque es un espejo.
Y solo refleja lo que tú sembraste en ella.
¿Quieres amor? Siembra respeto.
¿Quieres lealtad? Sé verdadero.
¿Quieres una mujer que sea paz? No seas tormenta.
Si tu mujer brilla, es porque la hiciste sentir segura.
Si se apagó, es porque dejaste de cuidarla.
Mírala bien… porque en su mirada vive tu reflejo.
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