Mi alma está triste,
no por lo que pasó,
sino por lo que no llegó a ser.
Por las palabras que murieron en la garganta,
por los abrazos que el orgullo negó,
por los días que fingí estar bien
solo para que tú no te sintieras mal.
Hay una soledad que no se ve,
que no se llora en público,
pero se siente en los huesos.
Es la de saber que diste todo
y aún así no fue suficiente.
Y en ese rincón callado del alma,
donde ya no hay rabia ni esperanza,
solo queda una tristeza
que no pide consuelo,
solo silencio.
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