Hablar no debería doler.
Te lo guardaste.
Te tragaste las palabras.
Pero dime…
¿Desde cuándo contar cómo te sientes se convirtió en una amenaza?
¿Por qué pedir ser escuchado se volvió un riesgo?
¿Por qué cada vez que intentas hablar, terminas disculpándote por sentir?
No debería ser así.
Hablar no debería doler.
No deberías sentir miedo de expresar lo que te pesa en el pecho.
No deberías temer que tus palabras sean malinterpretadas, minimizadas o usadas en tu contra.
Porque cuando en un lugar ya no puedes hablar… ahí empiezas a desaparecer.
Y si tienes que callar para mantener la paz… entonces esa paz no es real.
Hablar no debería ser motivo de guerra.
Pero callar siempre será una forma de morir.

No hay comentarios:
Publicar un comentario